Los torneos deportivos

Justas a caballo

Foto: Raquel Sánchez Lahoz

Los torneos medievales eran auténticas demostraciones de destreza y fuerza. Reconstruir estos eventos, tal como los códices, las iluminaciones y las fuentes nos dicen que eran, es un reto que requiere  mucho entrenamiento, riesgo y dedicación. Piensa en la liza, de madera. A sus pies, tierra batida y cuerdas para delimitar la carrera. A cada lado dos caballeros completamente acorazados bajo acero deslumbrante, mientras los caballos piafan y se remueven nerviosos por salir al galope. El Heraldo del torneo, vestido con ricos atavíos, revuelve la emoción del público al explicar los hechos de armas a punto de ser presenciados. Los vítores se elevan ante la presencia de los caballeros venidos de todos los rincones de las Españas: Aragón, Catalunya, Castilla, Navarra…, acompañados de sus mariscales y sus hombres de armas.

Muchos son los factores fundamentales para reconstruir un torneo medieval: 1) Vestir armadura completa de acero. 2) Montar caballos de guerra, similares a los utilizados en la Edad Media. 3) La consciencia de practicar un deporte de riesgo, donde las lanzas impactan de forma violenta en la armadura del caballero. Los caballos, en liza, pueden alcanzar hasta 40 km/h, lo que convierte a caballo y caballero en un tanque medieval acorazado de gran potencia que galopa directo a romper la lanza en el adversario, madera sobre metal. Es un espectáculo violento que tiene lugar entre una nube de fragmentos de madera, mientras los caballeros tratan de recolocarse sobre la silla de montar y la lanza sale disparada con fuerza de su mano. En la liza, nada está coreografiado, pues los jinetes tratan de impactarse realmente, como se hacía en el pasado. El equipo de batalla y la habilidad son fundamentales. Únicamente los combates a pie siguen patrones preestablecidos, más basados en las normas de lucha impuestas que en las coreografías al uso

Al igual que en un torneo histórico, el objetivo es golpear al oponente lo suficientemente duro con la punta de la lanza para romperla o para descabalgarlo. Se otorgan diferentes puntuaciones en función del impacto; dos mariscales observan cada lance para establecer dichas puntuaciones.

Las normas utilizadas en Jousting Iberia son las extraídas de Le libre de Tournois, del rey Renè d’Anjou (1460); de Lo Cavaller, de Ponç de Menaguerra (1493); y de El Passo Honroso de Suero de Quiñones, de Pero Rodríguez de Lena (1434): Está permitido únicamente romper la lanza entre la silla y el cuerpo del contrario, solo en la parte que tiene protegida, y preferiblemente en el escudo del pecho. Hay un máximo de tres lanzas (carreras) para romper como mínimo una en tales lugares.

Impacto transversal de la lanza (“barrido”): 1 punto.
Impacto en el cuerpo sin romper la lanza (‘attaint’): 1 punto.

Impacto en el yelmo sin romper la lanza (‘attaint’): 2 puntos.
Lanza rota en el yelmo o cimera: 5 puntos.

Lanza rota en el escudo: 7 puntos. Descabalgar al oponente: 20 puntos.

Se pierde la justa automáticamente por estas acciones:

– Golpear al caballo
– Golpear al contrario por la espalda, desarmado o derribado.
– Tocar con la lanza la barrera separadora en dos ocasiones.
– Abrirse el yelmo durante la justa en más de una ocasión.

Jousting Iberia, como reconstrucción rigurosa de torneos, es un deporte violento y peligroso. A pesar del uso de puntas de lanza reemplazables hechas de madera de balsa, chopo o contrachapado, el resto de la lanza es de madera de nogal o roble, y los caballeros tienen el objetivo de impactar en el oponente sobre un caballo que galopa a gran velocidad, donde los movimientos y la inercia se tornan violentos y potentes, llegando incluso al descabalgamiento. Para tratar de que este espectáculo tenga la máxima seguridad, los requisitos son extremadamente altos. Los caballeros están muy bien protegidos por la armadura, que es imprescindible para justar de tal forma. Los yelmos están diseñados para ver al oponente, pero para dar la máxima seguridad al caballero durante la carrera. La madera de balsa y el contrachapado son maderas blandas de fácil rotura, lo que reduce el riesgo de astillas cortantes. Los coroneles de la punta son también blandos, para minimizar el impacto. La protección del caballo también es fundamental, con un entrenamiento adecuado y piezas de armadura equina como el ‘chamfrom’.

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